Visitar The Gobbins, los mejores consejos

The Gobbins, la mejor ruta de Irlanda del Norte

Irlanda del Norte ha visto crecer su turismo gracias a los numerosos atractivos de la región. Algunos de esos lugares son mundialmente conocidos como la Calzada de los Gigantes o Belfast, la ciudad que vio partir el Titanic. Pero hay otras muchas joyas que descubrir. En este artículo te voy a contar cómo llegar y visitar The Gobbins, el lugar que más nos impactó de Irlanda del Norte.

The Gobbins es un vertiginoso recorrido por los acantilados, a lo largo de senderos, atravesando cuevas y  pasarelas sobre el mar. Pero que no cunda el pánico porque, por mucho que den al visitante casco y botas técnicas, no hay ningún peligro.

Pero además de las privilegiadas panorámicas, posee un rico ecosistema con miles de aves, entre las que destacan los adorables frailecillos. De hecho es el único lugar de Irlanda del Norte donde se pueden ver. ¿Con estos atractivos todavía te lo quieres perder?

Consejos para visitar The Gobbins

Cómo ir a The Gobbins

Irlanda del Norte posee unas carreteras muy buenas, especialmente entre las grandes ciudades. El aeropuerto de Belfast es bastante pequeño y con poco tráfico aéreo. Así pues, la mejor opción para ir a Irlanda del Norte es alquilando un coche en el aeropuerto de Dublín. Además, el transporte público en Irlanda del Norte apenas comunica las principales ciudades. Por lo tanto, si queréis llegar a lugares más recónditos la opción más cómoda es el coche.

Desde el aeropuerto de Dublín hasta Belfast apenas se tarda 2:40h por autopista y peaje muy barato (1,90€). Desde Belfast hasta el centro de información de The Gobbins se tarda menos de una hora.

Unos 10 km antes de llegar al centro de visitantes se pasa por Carrickfergus, una localidad costera con un bello castillo normando. Las instalaciones interiores del castillo están reformándose. Aún así, si tenéis tiempo merece la hacer una breve parada para visitar el castillo y la iglesia del pueblo.

Castillo de Carrickfergus

Qué hay que saber para ir a The Gobbins

  • Visita guiada. Los grupos de 15 personas van acompañados en todo momento por un guía que va contando la historia de The Gobbins, algunas curiosidades y ayuda a encontrar e identificar animales como delfines y frailecillos.
  • Forma física básica. No es una caminata excesiva exigente pero sí que es necesario un mínimo de forma física. De hecho, en el centro de visitantes te exigen firmar un papel en el que aseguras no sufrir del corazón, diabetes y no sé cuántas cosas más. Sinceramente, después de haberlo hecho, los requisitos nos parecen una exageración. Es cierto que hay una cuesta de unos 600 m un poco fuerte pero en el resto del camino apenas hay desnivel y solo unos pocos escalones.
  • Calzado adecuado. En principio el centro de visitantes exige que se lleve botas de trekking que protejan el tobillo, aunque con zapatillas de trekking bajas tampoco ponen pegas. Eso sí, si solo tenéis unas zapatillas de deporte normales os obligarán a alquilar botas de seguridad (5 £). Una vez más nos parece un poco excesivo, pero las normas son las que son.
  • Reservad con antelación. Pese a no ser todavía un lugar demasiado conocido, es sumamente recomendable realizar reserva previa porque cuando fuimos estaban todos los grupos cerrados para ese día. Podéis reservar en su web.
  • Mirad las previsiones meteorológicas. Al discurrir por pasarelas junto al mar, los días de fuerte marejada no permiten el acceso a The Gobbins. Cuando se cierra lo anuncian en la web.
Cómo visitar The Gobbins

Horario y precio

  • Precio: Adultos 15£ / Menores de 16 años, 12£ / Familia 38£
  • Horario: 8:30-19:30 todos los días. En el centro de visitantes hay parking, zona recreativa de niños y una cafetería abierta hasta las 17:30. Aún así, conviene mirar la web de The Gobbins por si pudiera haber algún cambio en los horarios.
Cómo ir a The Gobbins

Historia del sendero

He de reconocer que hasta unos pocos días antes de partir hacia Irlanda nunca había oído hablar de este sitio. Originalmente surgió como la descabellada idea de Deane Wise a principios del siglo XX. Este visionario ingeniero construyó un sendero escavado en la misma roca de los acantilados con el fin de atraer el turismo. Poco a poco familias excursionistas se fueron acercando a la zona a disfrutar de sus paisajes y la costa se convirtió en una de las escapadas más populares de Irlanda del Norte.

Sin embargo, debido a la Segunda Guerra Mundial, The Gobbins sufrió un declive y los caminos se fueron deteriorando. Así mismo, las pasarelas y puentes se fueron desvencijando, por lo que finalmente en 1954 se cerró al público. Durante décadas los acantilados solamente fueron visitados por valerosas mujeres que se descolgaban con cuerdas para conseguir los huevos de las aves que anidan allí.

A principios del siglo XXI agrupaciones locales promovieron de nuevo se reapertura, instando a las autoridades locales. Finalmente, en 2011 reunieron el dinero suficiente para rehabilitar el sendero, los puentes y pasarelas. En 2014 pudieron abrir de nuevo The Gobbins y, en vistas de la gran acogida, hay un proyecto para su ampliación en los próximos años.

The Gobbins. Sobrevolando los acantilados

The Gobbins es un frenético recorrido lineal de 2,5 km. Hay salidas desde el centro de visitantes cada 30 minutos en grupos de máximo 15 personas. Desde allí trasladan a los turistas hasta la parte más cercana a los acantilados. Desde la carretera donde para el minibús hay que bajar durante unos 15-20 minutos por una cuesta bastante pronunciada hasta el comienzo del recorrido.

Allí nos espera un agujero excavado en la roca conocido como Wise´s Eye (El ojo de Wise), en honor al creador de The Gobbins, hace más de 100 años. El primer tramo discurre por un estrecho sendero protegido por unas vallas. A medida que se va avanzando se puede ir disfrutando de las maravillosas vistas de la costa.

El paseo es tranquilo y relajado, escuchando las explicaciones del guía. Para ello se van realizando paradas en los lugares más emblemáticos de la ruta. Las explicaciones son amenas, alternando información y anécdotas para hacerlo más ameno.

Con el ruido de las olas rugiendo bajo los pies se continúa atravesando pasarelas y bordeando la montaña. A mitad de camino se alcanza la zona conocida como el acuario, una especie de piscina natural a donde antiguamente acudían los pescadores.

Justo frente al puente que sobrevuela el acuario se adentra una cueva en la montaña. También en ese punto del sendero tuvimos la suerte de contemplar delfines, aunque no tuve la suerte de cazarlo con la cámara.

Senderismo en Irlanda del Norte
Puente de El Acuario, The Gobbins

Más adelante está el famoso puente tubular. Es una moderna reproducción basada en el diseño original y pesa la friolera de 5,4 toneladas. Tras cruzarlo se llega al túnel, una cueva de unos 20 metros de largo que se atraviesa en completa oscuridad, dándole un punto de emoción a la actividad.

Bajo el suelo de la cueva se canaliza el agua del mar creando caprichosos sonidos. Algunos dirán que es la llamada de las sirenas, pero con lo fría que está el agua no suena muy atractivo.

Puente tubular, The Gobbins

Poco a poco se empiezan a ver más aves, especialmente gaviotas, cormoranes y alcas, que aprovechan cualquier recoveco para anidar. Durante todo el año se puede observar miles de aves abarrotando los acantilados. Por eso en una zona, para evitar las importunas cacas, han colocado una especie de cobertizo.

Todavía se cruza algún otro puente como el histórico puente colgante, que se ha recreado de acuerdo a las fotos del original.

Cómo ir a The Gobbins
Gaviotas anidando en los acantilados

El final del camino es la zona preferida por los simpáticos frailecillos. Nosotros fuimos en febrero y solo pudimos ver un par de ellos nadando en el agua. La mejor época para verlos es en verano, durante la temporada de cría. Espero que tengáis más suerte y los podáis ver tan cerca como yo en Islandia.

Puente colgante, The Gobbins
Los simpáticos frailecillos

Autor: Alex

Profesor de profesión y aventurero de vocación. Llevo 2 décadas compaginando mi tarea docente y mi labor como guía turístico y creador de contenidos. Elaboro guías de viaje con consejos para viajar de manera independiente por todo el mundo con la experiencia personal de cada uno de los destinos.

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