Tibet es un sueño viajero que hemos podido cumplir este año y a decir verdad, hemos vuelto fascinados y nos ha dejado una huella indeleble. Difícilmente vamos a olvidar las cumbres del Himalaya, el color esmeralda de sus lagos sagrados y los impresionantes monasterios. Pero si hay una cosa que nunca olvidaremos será la espiritualidad y, sobre todo, la enorme amabilidad de los tibetanos.
Sin embargo, también ha habido muchas cosas que nos han incomodado y todas ellas como consecuencia de la ocupación y genocidio cultural de Tibet por parte de China. En este artículo voy a tratar de resumir todas las cosas que no me han gustado de Tibet y que me gustaría que algún día cambiaran.
Soy consciente de que probablemente los tibetanos hayan iniciado ya un camino irreversible hacia la completa asimilación cultural por parte de China, pero al menos me gustaría dar a conocer un poco la situación de Tibet, mostrar mi indignación y denunciar la completa indiferencia y desamparo que sufren por parte del resto de naciones. Obviamente, con el protagonismo que ha adquirido China en el mapa geopolítico mundial nadie quiere enfrentarse al gigante asiático. T
ampoco es muy del agrado de China que nadie escriba sobre este tipo de temas controvertidos, enfrentándose a la amenaza de no dejarle entrar de nuevo en el país. Sin embargo, por ética y responsabilidad me parece una obligación como viajero y blogger, por lo que trataré de resumir mis impresiones en este artículo.
BREVE HISTORIA DE TIBET
Voy a tratar de no extenderme mucho con la intención de contextualizar la situación de Tibet sin pretender aburriros. Como podréis comprobar en los mapas políticos, Tibet es a todos los efectos una provincia del vasto imperio chino. La República Popular lo denomina con el eufemismo “Región Autónoma de Tibet”, pero a efectos prácticos el gobierno de Tibet no es sino un mero títere en manos del gobierno chino.
Durante mucho tiempo Tibet fue un reino milenario que alcanzó su cénit en el siglo VII d.C. En esta época se introdujo el budismo, que rápidamente gozó del fervor de los tibetanos y se construyeron muchos de los monasterios más emblemáticos. Posteriormente fue conquistado por el imperio mongol, que gobernó Tibet otorgándoles de cierto grado de independencia.
A partir del siglo XVII, China envió emisarios y comisionados para tomar control del territorio tibetano, pero sin llegar a dominarlos completamente. A principios del siglo XX se firmó un acuerdo entre Rusia, Gran Bretaña y China que otorgaba el territorio de Tibet a China. Tras la Primera Guerra Mundial, Tibet proclamó de nuevo su independencia pero no les duro demasiado. Finalmente, en 1950 el ejercito de la República Popular de Mao Tse Tung invadió Tibet e inició el período más oscuro de su historia.
COSAS QUE NO ME GUSTARON DE TIBET
Visado
Desde el primer momento en que decides realizar un viaje a Tibet, ya empiezan los problemas burocráticos. Y es que, realizar todos los papeleos y lograr que te den un visado es prácticamente imposible si no lo haces por agencia. Las autoridades chinas quieren controlar de ese modo que el viajero tenga más libertad para poder contactar con la población local y conocer mejor la verdadera realidad. Aún así, como os conté en «75 consejos para viajar a Tibet», los últimos años algún intrépido viajero ha logrado que le dieran los papeles.
Control en el tren
En el momento de embarcar al tren empiezan los controles por parte de las autoridades chinas, que requisan en muchos casos navajas de cualquier tamaño y desodorantes de aerosol, temerosos de que con esas armas vayas a derrocar el sacrosanto imperio socialista de Mao. Pero eso no es más que una breve muestra para que el visitante haga cuanto antes una regresión al 1984 de George Orwell.
Controles policiales
Nada más llegar nuestro amable guía tibetano nos indica que está prohibido sacar fotos de autoridades chinas y cualquier edificio oficial. Esto es simplemente para eliminar toda prueba de la ocupación china de Tibet. Allá a donde vayas encuentras controles policiales, ya sea en la carretera o en medio de algunas localidades. Esto es especialmente ignominioso en Lhasa, la capital de Tibet.
Todas las calles que conducen a la plaza central, donde también se ubica el principal templo de Lhasa (Jokhang), cuentan con un puesto policial con su correspondiente arco de seguridad y máquina de rayos. Allí escrutan todas las pertenencias y obligan a presentar el pasaporte o documento de identificación chino si se quiere acceder. Esto supone que los feligreses deban pasar por arcos de seguridad cada vez que quieran ir a rezar al principal templo de Lhasa.
También en el parque que se ubica frente al palacio Potala, antigua residencia oficial de los lamas, hay controles policiales en todas las entradas. Pero en Lhasa no solo hay policía uniformada. También hay policías secreta y demás funcionarios del ministerio de interior. Hay tantos que en un momento saqué una foto sin darme cuenta de que aparecían funcionarios y uno de ellos vino a pedirme pasaporte, visado y borrar la foto.
En las carreteras de Tibet y entradas y salidas de otras poblaciones también hay puntos de control en los que obligan a los pasajeros, tanto tibetanos como extranjeros, a presentar sus documentos. Todo esto con la intención de controlar los movimientos de toda la población e impedir el modo de vida tradicional nómada de los tibetanos, abocándolos en algunos casos a vivir en barracones.
Bienvenidos a 1984, el reino de las cámaras
Como he dicho anteriormente, Tibet y en especial Lhasa es lo más parecido que os podáis imaginar al diastópico panorama que nos describía Orwell en «1984». Cámaras, cámaras y más cámaras. En el interior del autobús donde viajamos nosotros hay 3 cámaras para controlar en todo momento lo que nos cuenta el guía local.
En el centro de Lhasa la presencia de las cámaras se convierte en algo completamente orwelliano o kafkiano. Alrededor del templo Jonkhang hay lugares donde podemos contemplar media docena de cámaras apuntando en todas las direcciones.
Censura absoluta de China
Decir que en China existe la censura no es nada nuevo, pero en Tibet alcanza límites insospechados y estúpidos. Existen muy pocos libros publicados en lengua tibetana debido a las dificultades que se les presentan. Obviamente los libros que cuentan una historia diferente a la oficial y pone en tela de juicio la política china tampoco son bien recibidos.
También algunas guías de viaje occidentales son proscritas, como la Lonely Planet. Si viajáis allí tenedlo en cuenta porque si os la encuentran, es probable que os la confisquen. A la salida de Tibet hay un control en el que obligan a abrir el equipaje y confiscan también los mapas de Tibet por una razón que se me escapa.
Por supuesto, exhibir la bandera de Tibet está también prohibido, mientras la bandera china ondea por doquier, haciendo gala de su imperialismo. Su lenguaje se reduce a un presencia testimonial y una hora al día en escuelas que, pese a insistir, no me dejaron visitar.
Ocupación de Tibet
En 1950 China ocupó Tibet, utilizando su potencial militar contra un país sin apenas defensas ni ejército, que no tuvo otra opción que rendirse. Tras la ocupación, Tibet vio reducido su territorio aproximadamente a la mitad de su antigua extensión. En 1959 hubo una rebelión que se saldó con la muerte de unos 87000 tibetanos, aunque fuentes elevan la cifra hasta más de 400.000 con la represión en los posteriores años.
Para facilitar la colonización de Tibet, China creó el llamado “tren de las nubes” entre Lhasa y Beijing y ofrece a sus ciudadanos beneficios fiscales. Esto ha propiciado la creación de nuevas ciudades y el incremento de población masivo, con el fin de reducir la población tibetana a una mera minoría en su propio territorio.
Destrucción de los monasterios
La Revolución china de Mao quiso aniquilar todo rastro de religión en Tibet. Para ello destruyeron y saquearon casi la totalidad de los monasterios y todo su patrimonio. Muchos libros sagrados tibetanos fueron quemados o requisados, y actualmente la biblioteca con mayor número de volúmenes también se encuentra fuera de Tibet.
Posteriormente, con el fin de maquillar las relaciones y dar una imagen de transigencia, se han restaurado algunos monasterios, pero todo ello bajo el control del gobierno chino. Así pues, todos los monasterios que vimos estaban restaurados o reconstruidos en prácticamente su totalidad.
Situación de los monjes y monjas
Como consecuencia de la ocupación china de 1950, el Dalai Lama tuvo que huir con algunos otros Lamas a su actual residencia en Dharamsala (India). Los monjes que resistieron en Tibet sufrieron todo tipo de vejaciones e internamientos en centros de reeducación. Las monjas tampoco han sido ajenas a esta violencia, habiendo denunciado en diferentes ocasiones arresto y violaciones.
Debido a la represión, el número de monjes se ha reducido drásticamente y hoy en día son controlados por el gobierno chino. Para lograr ser monjes deben pasar una oposición oficial china y renegar del Dalai Lama. Así pues, nunca verás una foto del Premio Nobel de la Paz en ningún templo ni edificio oficial porque es un proscrito.
Secuestro del Panchen Lama
El Panchen Lama, la segunda máxima autoridad tibetana fue elegida en 1996, y reconocido como un niño de 6 años en el cual estaba reencarnado. China, sin embargo, nunca aceptó este nombramiento aduciendo que todo nombramiento debe contar con la aprobación del gobierno chino.
Así pues, China optó por la solución más radical, secuestrando al niño con la supuesta intención de darle una formación acorde a su cargo.
Mientras tanto China propuso a otro Panchen Lama fiel a los principios comunistas y es el que se exhibe en los templos. Desde entonces nada se ha vuelto a saber del niño y ya lleva 24 años desaparecido. Lo único que ha hecho saber China es que el chico está bien y estudiando en China.
Consecuencias para la población
La población seglar también sufrió las consecuencias de la ocupación china desde el primer momento. Ya hemos comentado que las tribus nómadas fueron obligadas a asentarse en comunas, destruyendo su tradicional modo de vida. Asimismo, Mao obligó a cambiar los cultivos tradicionales de cebada por campos de trigo y maíz, que apenas se desarrollaban. Como consecuencia se produjo una terrible hambruna que condujo a la muerte a la cuarta parte de la población de Tibet.
Genocidio cultural
Numerosas organizaciones y el propio Dalai Lama han denunciado el genocidio cultural de Tibet. Bajo el férreo control de las autoridades chinas pretenden dar una aparente normalidad disfrazado de progreso, pero enseguida te das cuenta que no es más que eso, solo fachada. A medida que fui cogiendo confianza con el guía local, le hice algunas preguntas para interesarme un poco más allá de lo que les permiten contar, pero siempre me encontré con la misma negativa o educadas evasivas.
Los últimos años la población afortunadamente ha logrado adquirir condiciones de vida un poco mejores, mientras ven crecer sus ciudades desmesuradamente. Un alto precio el que pagan por desarrollarse un poco, mientras cada día pierden un poco más su identidad. En algunas ciudades pudimos ver auténticas moles de hormigón dispuestas para llenarlas con colonos y barracones con trabajadores chinos de la construcción en condiciones muy precarias. Me gustaría ser un poco optimista, pero mucho me temo que el ocaso de la sociedad tibetana está muy próximo.
Hola, así es la realidad tal como la describes. No te has dejado nada…muy buen artículo. Gracias
Muchas gracias, Manuel. Una triste realidad que se debería conocer más.
me ha sorprendido muco yo que pensaba que el Tibet era muy tranquilo pero muchas gracias por la información.
Hola, Ibrahim. Tibet es muy tranquilo y me encantó. No obstante, me veía en la obligación de contar toda la relaidad que viví y denunciar la opresión que están sufriendo por parte del gobierno chino.